La lluvia de Perseidas que cae en agosto acapara cada año la atención como si se tratara de un fenómeno único, pero dista mucho de ser así. 
Durante más de siete años, científicos canadienses se han dedicado a rastrear el cielo y han identificado un total de 117 lluvias de meteoros anuales, de las cuales, aunque parezca increíble, 62 nunca habían sido descubiertas antes.
«Me sorprendí al encontrar tantas nuevas», asegura el responsable del equipo investigador, Peter Brown, de la Universidad de Western Ontario, en la revista New Scientist. El fenómeno de las estrellas fugaces se repite cada año cuando la Tierra pasa a través de la cola de escombros dejada por un cometa o asteroide, pero jamás se habían contabilizado tantas nuevas «duchas» del espacio.
Los excelentes resultados de la investigación se deben a su profundidad, ya que los científicos detectaron residuos entrantes diez veces más pequeños de lo que generalmente puede observarse a simple vista, «cazando» rocas de 0,1 milímetros de diámetro. Para ello, utilizaron un radar capaz de detectar el rastro de los gases ionizados que producen las partículas de estos desechos al entrar en la atmósfera a velocidades vertiginosas. Después, midieron la trayectoria de estas partículas, lo que les permitió trazar sus órbitas alrededor del Sol y comenzar a buscar de dónde habían llegado, la parte más interesante y enigmática de la investigación.
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