Un astrobiólogo francés viene ahora a añadir un nuevo dato para el alivio de Hawking: ese día célebre del contacto, que con toda seguridad iniciará una nueva era para la humanidad, no llegará hasta dentro de mucho tiempo. Según explica Jean Schneider en la revista Astrobiology, una cosa es encontrar vida y otra muy distinta observar qué aspecto tiene. A su juicio, todavía pasarán siglos hasta que seamos capaces de fabricar telescopios tan potentes como para contemplar la cara de una criatura alienígena, una imagen que, por ahora, seguirá en manos de la ciencia ficción o de los documentales de Discovery Channel. Mientras sea así, para los más agoreros, estamos a salvo.
Volcanes y atmósfera
Según explica Schneider, el viaje hacia este objetivo comienza así: en las próximas décadas se desarrollarán dos generaciones de misiones espaciales para analizar con mayor detalle los exoplanetas, aquellos mundos situados fuera de las fronteras del Sistema Solar. Las primeras contarán con coronógrafos de hasta 2,5 metros de ancho y las segundas añadirán instrumentos aún más sofisticados para ayudar a la búsqueda de planetas similares a la Tierra y potencialmente habitables. Después, misiones de seguimiento investigarán cualquier potencial signo de vida. Semejantes iniciativas requerirán un profundo rastreo del espacio. Por ejemplo, para tomar una imagen de 100 píxeles de un planeta dos veces el tamaño de la Tierra situado a 16,3 años luz hace falta un telescopio con sus instrumentos esparcidos en 70 kilómetros.
«Buscar extraterrestres es filosóficamente importante, nos diría qué es esencial en la condición humana», afirma Schnedir. Sin embargo, si los científicos detectaran señales de vida, se tardaría siglos antes de que la humanidad pudiera conocer que aspecto tienen esos seres. Para Hawking puede ser motivo de respiro, pero para Schneider resulta «muy frustrante». Para mostrar la complejidad de la tarea, pone un ejemplo. Para observar una criatura alienígena de 9 metros de alto y 9 de ancho -un organismo gigantesco- que habitara un planeta en Alpha Centauri, el sistema solar más cercano al Sol y a 4,37 años luz de distancia de nosotros, los elementos que componen un gran telescopio tendrían que cubrir una distancia de casi 650.000 kilómetros, más o menos el radio del Sol. Para determinar si la criatura se mueve a una velocidad de medio metro por minuto -la velocidad a la que no hay dudas de que el movimiento no es un error de observación- la superficie necesaria del telescopio para recoger los fotones de la imagen tendría que superar el millón y medio de kilómetros de ancho.
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