Hank Hessler, geólogo del Parque Nacional de Yellowstone (EE.UU.),
anunció el pasado día 29 de enero que quedan dos semanas para que se
produzca la erupción de un supervolcán que puede arrasar el territorio
situado en un radio de 1.600 kilómetros.
Pese a la gravedad de la situación, la Casa Blanca trata de esconder
los datos de investigación sobre la actividad sísmica en la zona. Según
publicó el portal Intellihub, citando fuentes anónimas, Washington
ordenó al Servicio Geológico de EE.UU. que persiguiera cualquier
filtración de información sobre el volcán.
Sin embargo los geólogos afirman que hay abundantes pruebas del
peligro que se avecina de forma inminente. Los especialistas indican que
el gas helio-4 ha abierto brechas en la superficie y está evaporándose,
por lo que el nivel del suelo del parque se ha elevado
considerablemente. Además, en 2014 un total de 1.900 sismos sacudieron
la zona.
Las consecuencias de la posible erupción amenazan con la destrucción
de territorio contiguo al supervolcán. Se estima que el territorio
situado en un radio de 160 kilómetros respecto al epicentro de la
explosión quedará completamente destruido y otros 800 kilómetros serán
devastados en un 90%. Además, a partir del territorio destruido surgirá
una zona muerta que se extenderá a lo largo de 1.600 kilómetros.
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