Señaló que este linaje de cóndores hasta ahora desconocido y bautizado como Pampagyps imperator superaba los 2,50 metros con sus alas abiertas y tenía garras más fuertes que el actual, por lo que los paleontólogos creen que podría cazar a sus presas.
“Había mastodontes, que eran muy parecidos a los elefantes actuales; perezosos gigantes que superaban la tonelada de peso; gliptodontes, casi del tamaño de un Fiat 600; y entre los carnívoros estaba el conocidísimo tigre dientes de sable”, enumeró el especialista Agnolin.
El paleontólogo Federico Brissón Egli, coautor de este estudio y también investigador del MACN y del CONICET, subrayó que “lo más importante de este yacimiento de Marcos Paz es que, además de encontrar fósiles de animales de gran tamaño, también se encuentran restos de animales pequeños, de microvertebrados, de aves, de lagartos, de peces, que es mucho más difícil que se preserven a través del tiempo, y eso es lo que hace a esta cantera diferente, al mostrar una ventana de estas especies que son muy importantes para el ecosistema”.
Parte de la cantera fue declarada como reserva paleontológica, solamente utilizable con fines científicos. En las más de seis hectáreas que tiene el sitio explorado en su totalidad, los investigadores realizan un hallazgo nuevo a cada paso. Pero, sin dudas, el descubrimiento más importante que ha dado este lugar desde que comenzó a ser estudiado en 2010 es, justamente, el Pampagyps imperator, por tratarse de una especie desconocida hasta hoy.
En aquel entonces, las aves carroñeras eran mucho más abundantes que en la actualidad. También, había mamíferos de tamaños gigantes. Pero a todas estas especies les llegó su ocaso hace unos 10 mil años, tiempo que también quedó registrado en los sedimentos de la cantera de Marcos Paz, ubicada casi en el límite fronterizo con el partido de La Matanza y a unos 150 metros de la Ruta 3. Aparentemente, la llegada del hombre tuvo un papel decisivo en la extinción de toda esta fauna prehistórica, pero no fue el único factor. “Hace 10 mil años, se produjeron grandes cambios climáticos que provocaron que la fauna estuviera en retracción, con pocas especies”, contó Agnolin. Y añadió: “Cuando llegó el hombre, comenzó a cazar esas enormes bestias, y ese fue el puntapié final para hacerlas desaparecer”. Y fue igual la suerte que corrió el Pampagyps imperator. “Al desaparecer estos enormes animales que el hombre cazaba, también se extinguieron los animales carnívoros que se alimentaban de los cadáveres de esas bestias, entre los cuales se encontraban las aves carroñeras”, relató el investigador del MACN y del CONICET.
El estudio que se realiza en la cantera Vignogna de Marcos Paz está dirigido por el paleontólogo del Museo de La Plata y del CONICET Leopoldo Soibelzon. De este equipo de investigación también participan Esteban Soibelzon, Sergio Rodríguez, Facundo Iacona y la geóloga Elisa Beilinson, todos ellos también del Museo de La Plata. Asimismo, el estudiante de paleontología David Piazza ha participado desde las primeras exploraciones a este yacimiento. Cuando vivían aquellas especies, la zona era muy distinta. “Hoy, tenemos pastizales, lagunas, tenemos bosques, pero, hace 30 mil años, el ambiente era prácticamente como el de la Patagonia, un semidesierto, con arbustos, muchos estepas, mucha aridez, el clima era mucho más frío que ahora, y en algunos períodos hubo ingresiones marinas hasta este sitio, por lo que también se encuentran peces de agua salada en uno de los niveles de la cantera”, detalló Agnolin.
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