El planeta cerca de Próxima Centauri y los planetas del sistema TRAPPIST-1, a pesar del alto nivel de radiación ultravioleta en su superficie, pueden ser habitables. Los astrónomos indican que en el planeta Tierra prevalecieron condiciones mucho más severas, pero esto no impidió que se convirtiera en la cuna de la humanidad.
En los últimos años, los científicos han encontrado varios planetas "gemelos de la Tierra".
El planeta que está cerca de la estrella más cercana a la Tierra, Próxima Centauri, y también otros ubicados en el sistema estelar TRAPPIST-1 en la constelación de Acuario.
Todos estos hallazgos de los científicos combinan una cosa: son de tamaño relativamente pequeño, se encuentran en esa parte del espacio donde el agua puede existir en forma líquida y también giran alrededor de enanas rojas.
Las enanas rojas, explican los científicos, viven mucho tiempo, lo que deja mucho tiempo para el nacimiento de la vida. Pero al mismo tiempo, la mayoría de ellas son extremadamente inquietas y producen muchos brotes desastrosos.
Hasta hace poco, se creía que debido al alto nivel de radiación ultravioleta en su superficie, la consecuencia de los "destellos" de las enanas rojas, la vida no podía existir en los planetas descubiertos por los científicos, sin embargo, han demostrado que esto está lejos de ser el caso.
Para ello, crearon modelos informáticos precisos de estos mundos, que tenían en cuenta la interacción de la atmósfera con los rayos ultravioleta y la radiación cósmica.
Exactamente los mismos cálculos que los astrónomos estadounidenses realizaron para otro planeta: la Tierra misma, en el estado en que se encontraba hace muchos millones de años. Resultó que la Tierra en ese momento recibía mucha más luz ultravioleta, y su atmósfera era mucho más agresiva hacia la vida que las enanas rojas ya conocidas por la ciencia.
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