A estos planetas relativamente nuevos se les conoce como planetas de océano de magma, pues aún se encuentran en su proceso de formación en medio de colisiones con rocas e incluso otros planetas más pequeños. Esta actividad provoca que se calienten al punto en que sus superficies se transforman en roca fundida.
“Estos planetas de océano de magma son más fáciles de detectar cerca de estrellas parecidas al Sol. Ellos emiten tanto calor que podremos observar su resplandor usando la próxima generación de telescopios infrarrojos”, comentó el autor principal del estudio, el astrofísico Richard Parker del Departamento de Física y Astronomía de la Universidad de Sheffield.
Parker explicó que el uso del telescopio Gaia ha resultado crucial para encontrar más de estas estrellas similares al Sol, y a su vez más planetas jóvenes potencialmente similares a la Tierra. Esto abre las puertas a futuras investigaciones para conocer y entender el proceso de formación de estos planetas rocosos parecidos al nuestro.
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